martes, 13 de mayo de 2008

HIJO

¡Cuatro letras!...¡Qué palabra tan corta!, y con una letra que no suena; pero con un valor tan grande, que no alcanza con un simple cuerpo para contenerla. Grabada con mayúsculas y a fuego en el corazón, tan profundo, que a veces causa dolor.
Siempre presente en la mente, aunque posean muchos años, casi tan viejos como nosotros, y ya no podamos recordar a nada ni nadie.
Una palabra tan corta, pero que llena nuestras vidazas hasta el final de los días.
Luz de nuestros ojos, aire que respiramos, señor de nuestros sueños, objeto de nuestros desvelos.
¡Qué palabra tan corta! Y cuanto nos inquieta sus pequeños movimientos y los alegran con sus planes, no importa la edad que tenga, siempre será nuestro niño, sangre de nuestra sangre, el único ser que al iniciar su existencia, y sin tener conciencia de ello, por ser simplemente, tuvo la capacidad de cambiar el rumbo de nuestra existencia por siempre.